Tuesday, June 05, 2007

El Cardenal Raúl Silva Henríquez


En una época en que falta la auténtica caridad para con todos los hermanos que sufren, en particular para aquellos que Jesús señaló como "las ovejas perdidas" de todo tipo; en esta época de zozobra y miedo, cuando la "opción preferencial por los pobres" se diluye entre verdaderas empresas de caridad y colegios católicos para ricos... ahora, cuando muchos andan como ovejas sin pastor, cuanta falta nos hace un Cardenal como Raúl Silva Henríquez.

Echamos de menos al hombre: un hombre recio, valiente, viril. No la actitud excesivamente suave, cauta, comedida, "respetuosa del modelo", a la que nos hemos acostumbrado desde hace demasiado tiempo.

Echamos de menos al pastor, que privilegiaba, por sobre todas las cosas, a las ovejas perdidas. Las ovejas perdidas en la pobreza, en el pecado, en la persecución, en la violencia, en la degradación, en la ideología... Silva Henríquez fundó Caritas Chile, institución que dio tanto apoyo a tanta gente en situación de pobreza. Una ayuda efectiva y real, no aspirinas metafísicas.

Echamos de menos al profeta, que salía con resolución y voz firme a enfrentarse a las múltiples y violentas caras que muestra el demonio y la injusticia en la sociedad contemporánea. ¡Si se enfrentó a Pinochet! ¿cuantas personas hubieran desaparecido en Chile si Silva Henríquez no hubiese fundado la Vicaría de la Solidaridad? diez mil?...veinte mil?

Echamos de menos al líder, que era capaz de convocar y conmover incluso a sus adversarios cuando se trataba del interés superior de su país, o del alma de sus hermanos. Que también tenía voz para los problemas del mundo.

Echamos de menos al sacerdote generoso, acogedor, compasivo...

Silva Henríquez no fue comprendido. No es comprendido aún hoy, cuando la mayoría de los medios le dedica tibios y deslavados recuerdos, sin señalar la verdadera bendición que implicó para nuestro país que él fuera el Cardenal de Chile durante los agitados años de los 60 y los 70.

Su pérdida, atendida la posterior evolución de la Iglesia Chilena, pareciera irrecuperable -descontando lo que está sucediendo hoy, con lo relativo al salario mínimo y todo eso-.

Cuanto te extrañamos, Silva Henríquez.