Monday, April 23, 2007

La venganza de los nerds


Bien decía un pensador que a los imperios no los derrota nadie. Se derrotan a sí mismos, como las estrellas que colapsan de tan grandes, antiguas y gastadas que están. El caso del coreano pistolero y la masacre de Virginia Tech demuestra los verdaderos y reales límites del Estado de Consumo, que nuestros amigos del Norte se han encargado de promocionar generosamente al mundo entero y que en lo esencial ha ganado alabanzas hasta de grandes líderes religiosos. Pero consumiendo no se resuelven los principales problemas de las personas ni de las sociedades. No se alcanza la felicidad ni la integración.


De paso, la masacre nos muestra que la sociedad norteamericana se encuentra en los límites de su expansión. Y esto no tiene na que ver con la temática marxista, por siaca, sino con un fenómeno ético, me atrevería a afirmar cercano al aburrimiento colectivo: al momento en que sus miembros empiezan, cada vez con mayor frecuencia, a atentar contra sí mismos sin motivo alguno -aparentemente- , se evidencia una locura social que se produce muy probablemente por el agotamiento de las perspectivas de desarrollo social y personal y por el achatamiento y aplanamiento colectivos, vía economía de mercado y el reduccionismo de todo a lo material, de la necesaria diversidad que debe existir en toda sociedad ...hasta que alguien agarra una pistola y demuestra de manera dramática y totalmente irracional que sí tiene personalidad, que sí es distinto...

Por lo mismo, puede que sea fácil adivinar que pasó en la mente del desquiciado: pensó su acción en términos de "yo contra los otros". Los otros, ajenos y peligrosos, eran todos los demás, que seguramente lo rechazaron o excluyeron. Si hubiese habido un mínimo de diversidad -o de generosidad-, el chino pistolero tal vez hubiera encontrado un lugar donde ser acogido y sanado...antes de enloquecer y convertirse en una bestia asesina.
De esta manera, en una sociedad egoísta, fría y despersonalizada como la norteamericana -y, gracias a los auspicios de la economía de consumo, la nuestra, dentro de muy poco-, donde es más fácil conseguir una pistola que el reconocimiento, es muy posible que aparezcan nuevos locos, reclamando de manera brutal su derecho a existir y a ser distintos.