Saturday, October 14, 2006

El nuevo tótem: la modernización tecnológica




En diversos frentes, la tecnología y particularmente el binomio computación-internet se imponen como el "summum" del conocimiento máximo y expresión acabada de la modernidad. Expresiones como "la brecha digital", la "alfabetización digital", la "conectividad", suenan como la última panacea para traer la felicidad al hombre y terminar con las diversas manifestaciones de la precariedad de la condición humana. Los noticieros muestran satisfechos como los niñitos de un perdido pueblito del norte o del sur -da lo mismo, están igual de lejos o de aislados- prenden frente a las cámaras un computador en la biblioteca o escuela pública de la zona, y se conectan a través de internet con quizás que biblioteca o centro de conocimiento del mundo. O la ultima moda, las ciudades o pueblos "iluminados", usualmente en lugares perdidos o de difícil ubicación en el mapa. La tecnología deviene así en la nueva aspirina universal, el nuevo tótem que lo arrasa todo, que lo soluciona todo, aunque en realidad no solucione nada.

No estoy en contra de la tecnología, ni los computadores, ni internet, pero siento la tendencia -peligrosa, como todas las tendencias manejadas desde arriba- a poner demasiadas esperanzas en el tema tecnológico digital, como si fuera "la" solución a todos nuestros problemas de modernidad. ¿La educación esta mal evaluada? Llenemos de computadores las escuelas y ahora podremos decir que hemos "modernizado la educación". ¿El servicio público "X" funciona mal? Pues pongámosle un computador a cada funcionario y el respectivo jefe de servicio tendrá algo que decir frente al cuestionamiento del público o la prensa. ¿Una ciudad está muy aislada del resto del país? Pues "iluminémosla" y todo el mundo la sentirá "más conectada" con el resto del país y del planeta.

Hasta hay conocidos personajes públicos que tienen blogs sobre la materia -ja ja ja- y opinólogos o más bien, "futurólogos" que opinan y se ganan la vida predicando en las calles y foros públicos como misioneros de esta nueva religión, la tecnología. Frente al nuevo dios, y sus exigencias, problemas como la pobreza, la exclusión, el aislamiento físico de comunidades y grupos -incluso, a nivel personal, la soledad en la que tantos viven, en este moderno siglo XXI- se relativizan y pierden su impacto emocional...

El problema es que la solución tecnológica generalmente no va al fondo del problema -la falta de buenos maestros y educación de calidad, existencia de igualdad de oportunidades, justicia social, etc.- pero en términos globales, es la solución más barata, accesible, y sobre todo vistosa. Es más facil comprar o cambiar el computador antes que cambiar hábitos de trabajo, estilos de hacer las cosas, prejuicios arraigados, etc., a todo nivel. Es más facil comprar un computador para el niñito que vive en el norte que pagar lo que cuesta darle una educación de calidad y oportunidades reales de desarrollo...

Es cierto que, en algunos ámbitos, la tecnología se ha transformado en una verdadera maravilla -nada que decir al respecto- pero hay cosas que no cambian. El aislamiento de los pueblos ubicados en el sur de Chile sigue siendo tal cual, con o sin banda ancha. La baja calidad de la enseñanza pública sigue siendo tal con o sin computadores conectados a internet. La burocratización de nuestros servicios públicos, derivada de la subsistencia de toda una generación de funcionarios públicos que no fueron seleccionados de acuerdo a los estándares adecuados, es la misma. La soledad de nuestra sociedad postmoderna es tal con o sin una pantalla al frente. Los cambios de verdad, los que hacen felices a las personas, se hacen desde el fondo a la forma, no al revés.

Sunday, October 01, 2006

Por quien doblan las campanas


OK, es una noticia vieja, pero creo que vale la pena reexaminarla. Además, tampoco se trató de una campana, sino de un timbre. Me pregunto si la presidenta Bachellet le tomó el significado a su gesto simbólico de abrir la rueda de la Bolsa de Valores de Nueva York, acto que según leo en las noticias, "está reservado sólo para jefes de Estado y personalidades de importancia mundial".

La noticia decía mas o menos "A eso de las 09:00 horas de EE.UU., la Presidenta Michelle Bachelet, acompañada de los dignatarios de la Bolsa de Valores, dio origen al rito de tocar el timbre para que las industrias del mundo comiencen sus labores". Esto lo saqué del 123 de entel, el cual a su vez se basa en lo que señala Canal 13 (que tentación decir canal 8, ya que yo soy de la Vª region...)

Por lo que se dijo en ese acto, de repente siento que nosotros los chilenos -al menos nuestra camada de actuales líderes- se comportan como niños excesivamente ordenados, tratando de diferenciarse de los vecinos del barrio. Es como la señora que se compra la tele más grande y que le dice a sus niños ¡¡no te metas con esa chusma!!. La chusma por supuesto son el resto de países latinoamericanos, que no quieren al menos por el momento, bailar al ritmo un tanto veleidoso de la economía del primer mundo.

Pero me estoy yendo para otro lado. En verdad es que lo que me llama la atención es el gesto, realizado en el centro del simbolo mundial del capitalismo todopoderoso. Detrás de los militares que impusieron a sangre y fuego su régimen militar en Chile, antes que ellos y, como lo ha demostrado nuestra historia reciente, después de ellos, las infalibles fuerzas económicas, tanto dentro de nuestro pequeño país como a nivel mundial fueron los que movieron todos los hilos de esta pequeña obra de teatro que ha sido nuestra etapa histórica de los últimos 30 años. Como en otras partes del mundo, los militares fueron apenas el arma utilizada por un poder económico e ideológico en las sombras. ¡¡¡Pero si la guerra fría, mas allá del tema ideológico, no era mas que una guerra, a escala mundial, por determinar cómo se producía y como se repartía lo producido!!!. Por eso es que en Chile, el sector que después devendría en la derecha económica aplaudió de pie cuanto los militares botaron a Allende. El Golpe Militar nunca fue una lucha por la libertad -como lo demostrarían los 17 años siguientes- sino por la economía, y todos nosotros, pagamos el costo del tremendo ajuste económico realizado desde entonces hasta ahora.

Si hay un lugar que refleja la frialdad de las finanzas internacionales es Wall Street. Un lugar en el que se decide el destino de gran parte del mundo con independencia de cualquier consideración de carácter ético, y con abstracción de guerras, masacres, hambrunas, salvo que ellas tengan repercusiones económicas. Tal vez nuestra Presidenta quizo simbolizar un avance en su historia personal, en la historia del país. A lo mejor, quizo simbolizar la reconciliación de su pasado y del pasado nacional con el mundo de las finanzas internacionales. Pero el problema es que, si hay un lugar frío e inflexible, ese es Wall Street. Un lugar en donde se refleja lo peor del mundo, en donde se deciden los destinos de mucha gente, a despecho de guerras, dolor, hambrunas...

Son tan importantes los símbolos, en un mundo tan mediatizado como el nuestro. Tal vez, por eso mismo, creo que hay otros símbolos que nos gustaría ver. Otras campanas que nos gustaría escuchar. Ver a nuestra Presidenta, tal vez, tocar una campana de una escuela basica del Valle de Elqui, como lo hacía Gabriela Mistral; o la campana de la Esmeralda, para limpiarla de su obsceno pasado; o la campana de alguna compañía de bomberos perdida del sur del Chile, de esas que tienen un solo carro, si es que lo tienen, en honor a los unicos voluntarios del mundo que trabajan gratis y que por tanto, no están en Wall Street... en definitiva, abrazar la diversidad social y geográfica de nuestro país. Ese sí que sería gesto.

Pero todo esto requiere una cierta lejanía del poder y unas ciertas convicciones que no parecen estar en nuestra elite política. Asi que si las campanas suenan, no se si es por alguien en verdad. Lo que sí se, es que no doblan por nosotros.